Desde el momento en que el vino se empezó a guardar en botellas de cristal fue necesario que éstas se cerraran convenientemente con el fin de que las cualidades del líquido no se deterioraran.
Los primeros tapones se fabricaron en cristal y posteriormente se utilizaron la madera y el esparto. Pero estos materiales o eran caros o no cumplían con su función, hasta que se llegó al corcho, un producto natural, ligero, impermeable y de gran resistencia a la compresión.
El contacto del vino con el corcho favorece su calidad, por lo que es necesario guardar las botellas en posición horizontal para que el vino toque el tapón y conserve todas sus propiedades.
Los tipos de tapón de corcho más utilizados son:
— Tapón natural: indicado para los vinos de mejor calidad, que necesiten de crianza en botella.
— Colmatado: un tapón natural de mayor porosidad que se trata para mejorar su aspecto visual tapando los poros con polvo de corcho.
— 1+1: compuesto por un cuerpo aglomerado de corcho y una arandela de corcho natural en cada uno de los extremos
— Cabezudo: tapón natural con cápsulas variadas que pueden ser de plástico, madera y otros materiales.
— Tapón para espumosos: compuesto por un cuerpo aglomerado y generalmente con dos arandelas de corcho natural.
Un tapón de corcho, para ser considerado de buena calidad, debe ser sólido y compacto, y tener la longitud adecuada según el tipo de vino. Además, no debe tener poros en su superficie lisa.
La calidad de los tapones siempre irá en relación con la del vino, de modo que el tapón de corcho es uno de los elementos más importantes de la crianza en botella.